Cuando hablamos de fuerza y deportes de resistencia en lo primero que uno piensa es en cómo mejorar nuestro físico de cara a un reto de gran exigencia y duración.
Muchas veces los deportistas de larga distancia basan sus entrenamientos en sesiones para aumentar y mejorar su capacidad aeróbica sin tener en cuenta que las rutinas de fuerza son fundamentales para que la musculatura tenga el tono adecuado y con ello pueda superar largas horas de esfuerzo prolongado.
Los ejercicios de fuera deben de ser costumbre en todas las rutinas de entrenamientos, combinando tanto los grupos musculares específicos a entrenar, aquellos que más vas a utilizar el día de la competición, como aquellos genéricos, sin olvidar los más importantes; los llamados “core”.
«Core», «centro» o «núcleo» en castellano. Se refiere a los músculos abdominales, lumbares, de la pelvis, los glúteos y la musculatura profunda de la columna.
El objetivo es entrenar toda la zona que conecta con la espina dorsal y que ayuda al cuerpo a soportar tu columna, para que todo el peso corporal no recaiga solo sobre los huesos. Los ejercicios de core entrenan los músculos de la pelvis, la baja espalda, la cadera y el abdomen para que trabajen en equilibrio.
Todos los deportes, en su mayoría, dependen de un buen balance de este grupo de músculos, los cuales aportan un mejor equilibrio y estabilidad. Si la situación de estos músculos no es buena, la estabilidad es mala y aumenta el riesgo de lesión.
Sin embargo, no debemos olvidar que la fuerza física es solo un 30% de la fuerza que un deportista de larga distancia necesita. El restante 70% es fuerza mental.
Siempre nos vamos a encontrar con adversidades en el camino y muchas de ellas se producen en nuestra mente, no en nuestros músculos. La fuerza mental es la que nos ayuda a afrontar nuestras debilidades y superar los malos momentos, no solo en el deporte si no también en nuestra vida profesional y personal.
La fuerza mental se puede entrenar día a día y no hace falta que este relacionada con la practica deportiva. Marcar objetivos diarios y cumplirlos nos ayuda a mejorar nuestra fuerza mental y también nuestra confianza, ya que, ambos conceptos que están unidos.
Practica todos los días, aunque sean 10 minutos, Mindfulness. Es imposible sentirse fuerte cuando le estás dando vueltas a algo que pasó la semana pasada o prediciendo las cosas terribles que pueden suceder mañana. Mindfulness es, simplemente, sentir el momento, sin ansiedad del pasado ni el futuro. Céntrate en el aquí y el ahora.
Y recuerda, al fin y al cabo, si actúas como un individuo seguro y acabarás por convertirte en uno de ellos. Por ello, actúa como si ya hubiera pasado lo que quieres que suceda, visualiza aquellos momentos que te dan miedo, stress o ansiedad, así cuando lleguen de verdad, sabrás como afrontarlos.