“Todos provenimos del mar, pero sólo algunos pertenecemos a él, teniendo la necesidad de volver al océano una y otra vez”.
Hay lugares mágicos que sin saber porque atraen a las personas. Rande fue un lugar de batallas y de inspiración para el gran Julio Verne, 150 años después vuelve a serlo para cientos de personas con la disputa de la travesía más dura de Europa: la Batalla de Rande.
Parece difícil de entender que motivación puede llevar a una persona a nadar durante 7 horas en un mar abierto de aguas frías con olas que no paran de golpearte y corrientes que insisten en alejarte cada vez más de tu destino.
Científicamente está demostrado que el ejercicio físico genera endorfinas (hormonas del placer) pero lo que aún es un misterio es saber lo que el ser humano es capaz de logar cuando se propone algo.
En 27km a nado lo único que permanece estable es el sufrimiento, el pensamiento no puede ir más allá que concentrarse en la próxima brazada. Sin embargo los momentos más duros de la batalla de Rande no suceden el día de la travesía, suceden meses antes, día tras día, cuando después de una larga jornada laboral, uno tiene que enfrentarse a uno mismo y decidir entre descansar o entrenar, o lo que es lo mismo decidir en darte por vencido o seguir adelante.
Vivimos siempre dentro de la zona de confort, ni queremos ni necesitamos crear situaciones físicas o mentales que nos lleven más allá de ese lugar… grave error, la monotonía nos invade y la motivación desaparece.
La Batalla de Rande, se convierte en el mejor aliado posible para los amantes de la natación que buscan dejar su zona de confort y descubrir sensaciones jamás encontradas en otro lugar.
